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Nunca es tarde: abuela de 82 años se convierte en ciudadana

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La mayoría de la gente celebra el Día de la Independencia con fuegos artificiales, desfiles y barbacoas. Para Faviana Franco de Zúñiga, este 4 de julio es particularmente especial. Faviana, nacida en Guanajuato, México, lleva doce años viviendo en Estados Unidos y ha estado trabajando para naturalizarse como ciudadana estadounidense. Tras un largo y lento proceso, finalmente obtuvo la aprobación la semana anterior al 4 de julio.

Faviana vivió gran parte de su vida en México, donde crió a sus hijos. Al crecer, algunos emigraron a Estados Unidos. Tras el fallecimiento de su esposo, decidió reunirse con su hija Verónica y sus nietos, y establecerse en Carolina del Norte.

Faviana nunca aprendió a leer ni escribir en su lengua materna y le resultó muy difícil vivir en Estados Unidos. Sin embargo, superó las dificultades y, con la ayuda del Programa de Inmigración de Caridades Católicas del Centro la Comunidad en Burlington, completó su solicitud de naturalización.

Caridades Católicas de las Diócesis de Raleigh cuenta con especialistas en inmigración acreditados por el Departamento de Justicia que ayudan con tareas tales como ayudar a inmigrantes y refugiados a solicitar convertirse en residentes permanentes y ayudar a personas a navegar el complicado proceso de naturalización para convertirse en ciudadanos estadounidenses.

El camino para obtener la ciudadanía estadounidense no es corto ni fácil. Para Fabiana, el proceso fue aún más difícil debido a su edad y sus problemas de salud. Recuerda cómo le pidió ayuda a su hijo y lo nerviosa que estaba durante su primera cita. Faviana reprobó el examen dos veces, pero nunca perdió la fe ni el deseo de convertirse en ciudadana estadounidense. Gracias al arduo trabajo de su especialista en inmigración, Luisa Martin-Price, Faviana finalmente logró completar el proceso de solicitud.

Como ciudadana estadounidense, Faviana espera con ansias su nueva capacidad de votar y participar más plenamente en la vida del país que ahora llama hogar.

En el caso de Faviana, el hecho de que quiera ser ciudadana para ejercer su derecho al voto es un gran incentivo para mí. Además, lleva muchos años viviendo aquí. Toda su familia vive aquí. Para ella, este es su país.

Lo que más me gusta de mi trabajo, como dice el dicho: "No le damos un pescado a nadie, le enseñamos a pescar". El hecho de tener un permiso de trabajo, como una licencia, y la tranquilidad en casa no tiene precio, concluyó Price.

Favina sonríe con orgullo porque convertirse en ciudadana es su sueño hecho realidad. Ahora anima a otras familias elegibles a dar también los pasos necesarios. "Amo a México, pero también amo a Estados Unidos, porque aquí vivo".

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